La ubicación es muy buena, el formato, aunque tradicional por su autoservicio, que si bien es parte del ADN de la marca, debe procurar ser más cercano a la gente, es decir, debe intentar se más amable, no es lo mismo un cliente en Pereira que uno en Bogotá. La terraza está limpia y ventilada. La panadería, como siempre, muy buena y mejor es que después de las 18:00 hay promociones. Lo que si podría considerarse como oportunidad de mejora, son las esencias, la de amaretto es muy dulce, se siente mucho lo artificial del sabor. Al lado tiene el café del viejo Samuel, al que no le hace ni cosquillas, es un clásico pereirano en un kiosko con café de su finca.
Excelente todo