Es un sitio mágico, te recuerda la finca de los abuelos, su ambiente tranquilo, sus animales, su vista, su arquitectura autóctona del eje cafetero de décadas atrás. Tiene un aire a remembranzas y nostalgia que te llena el corazón y te devuelve a la infancia. Es económico el alquiler y la atención es maravillosa. No se van a arrepentir.