Excelente repostería. Delicioso lugar para desayunar
Este lugar fue recomendado a nosotros para adquirir un proveedor de pan de confianza para nuestro nuevo negocio. Al llegar con mi esposa la señora que nos atendio fue un poco arrogante y muy poco amable se le notaba el desánimo de atendernos y de darnos alternativas para nosotros poder encontrar un producto de buena calidad su habilidad de ventas era muy pobre y ni que decir de su servicio al cliente. Nos hizo sentir de que sus productos eran inalcanzables para nosotros y que no tendríamos forma de adquirirlos y sentimos su menosprecio. El producto puede ser de muy buena calidad pero si no hay un sentido de pertenencia y amabilidad para hacer sentir a los clientes bienvenidos el producto puede perder su gran valor.
Me lo habían recomendado, pero la atención es casi inexistente. Pedí y al llevarme a mi mesa solo me llevaron un pan de los dos que había pedido. Le expresé a la señora el error y ni me respondió, no me prestó atención. Pensé que no me había escuchado, pero si lo hizo. Solo prefirió ignorarme. No me llevaron el resto de mi pedido a la mesa. Definitivamente no vale la pena volver, me sentí ignorada.
El taller del pan ha representado una de las experiencias más bonitas no sólo porque su servicio nos permitió cumplir con un almuerzo para más de 120 personas sino por el excelente sabor de sus productos, la variedad y frescura de los mismos, y el maravilloso servicio y sentido humano de sus dueños y trabajadores.
Abundan en Medellín panaderías resplandecientes de neón y sin ninguna gracia. Por encima de ese malezal de mediocridad generalizada y muy aceptada, se yergue hermosa y contundente desde hace más de quince años la propuesta de El Taller del Pan, establecimiento donde brillan sincronizados el arte y la culinaria de calidad excelsa. Su propietaria y artífice tiene tanto de artista como de maestra, pues domina a cabalidad el difícil arte de hornear, aprendido en una de las academias más prestigiosas del mundo (The Culinary Institute of America, CIA). Desde sus inicios he presenciado con mucho gusto la evolución y constante crecimiento, en oferta y prestigio, de este taller que observa el más riguroso respeto por las recetas clásicas de la panadería de diversas partes del mundo; y siempre ha sostenido en el punto más alto su calidad incuestionable.El punto de atención al cliente es pequeño pero muy encantador y perfectamente ambientado con bellas ilustraciones en los muros que evocan referencias a queridas fábulas infantiles. Es un espacio íntimo y muy agradable para sosegarse deteniendo el tiempo mientras se degusta un exquisito café con un pancito de pecorino, un cruasán de almendra o un mojicón. A propósito, le debemos a este taller maravilloso el rescate en buen momento de este delicioso amasijo tan propio de nuestra tradición culinaria, pues he quedado sorprendido con un hecho que revela cuán viejo soy, ya que desde que lo descubrí aquí, lo he promovido con mucha gente cercana que, para mi sorpresa, declaran no conocerlo, sobre todo las personas más jóvenes. Pues que valga esta anotación para persistir en la alabanza de esta exquisita y delicada versión (elevada ahora a la categoría de deliciosa rareza) que ofrece El Taller del Pan, acaso la mejor que pueda uno saborear porque revive con dulzura y entrañable sentimiento uno de los recuerdos más queridos de mi lejana infancia y los algos con mi mamá, las abuelas y las tías.¿Y de los panes qué...? Lo mejor es ir y probarlos todos, uno por uno: la baguette sin igual que actualiza en Medellín toda evocación de París; la preciosa espiga que engalana cualquier mesa en que se la exponga; la adictiva ciabatta, tan exquisita como en Roma o Florencia; el adorable pan de miga, que es como el arquetipo del pan hogareño, bello y aromático como algún día me lo enseñó a elaborar mi abuela; y el asombroso y riquísimo pan de masa madre (sourdough), tan sabroso como el ya mítico de San Francisco. Fue eso lo que hice en los inicios, cuando convoqué a varios amigos para armar un ágape panadero con todo el surtido del taller: la euforia fue general y desde entonces, María Adelaida y sus hermosas creaciones se ha convertido en nuestra artista favorita que nos brinda el pan nuestro de cada alegría. Algún día feliz y lejano tuve el raro privilegio de entrar a su taller y conocer su línea de trabajo: el sentimiento que aún recuerdo es el mismo que siempre me ha inspirado el ingreso al taller de un artista: no siente uno más que sobrecogimiento, emoción y devoción por un trabajo hecho con las manos y el corazón.
Calidad y excelente servicio 😍 ese sentimiento cuando entras y te encuentras con ese olor caracteristico e irresistible del pan 🍞🥐🥖
Linda panadería, buen café y repostería europea, bastante buena. El local es pequeñito y cuando pasas parece cerrado. Es difícil de encontrar pues no tiene un aviso adecuado.
Un sitio muy agradable, con una atención calurosa y mi has delicias para disfrutar
Excelente lugar, unos productos de alta calidad, atención excelente y sin conservantes.
Excelente Panaderia Artesanal y la atencion del personal lo hacen sentir en casa
Buen pan, buen servicio
Buen café e infusiones y claro panes diferentes
Magnífico y delicioso el pan baguette
Muy buena variedad de panes.
La atención es excelente y los alfajores son deliciosos.
Se consigue el mejor pan de la ciudad, super recomendado
Excelente panadería, buen café.
Todo excelente muy especial
La calidad de sus productos y amabilidad de personas que atienden
Excelentes productos y atención. Deliciosos!!!
Delicioso los mejores mojicones
Genial experiencia, la mejor calidad
Amo los mojicones
Lo mejor de la ciudad sin lugar a dudas
Deliciosos productos
No hay mucha variedad
Deliciosos panes!
Excelente producto
El taller del pan es una panadería muy bonita. Hacen todo tipo de pan y bollería. Mi pan de chocolate favorito. También me gustó mucho el twizzler de almendras. El personal es muy amable y los pedidos se sirven rápidamente. Tienen un par de mesas donde puedes sentarte con amigos y disfrutar de un buen rato. Muy recomendable.
Una de mis panaderías favoritas en la ciudad.
Si te gusta la panadería fina, es
Mmm